Un meteorito de 100 kilos, en un bar de pueblo
Apenas tenía 15 años cuando Ramón Asensio López, mientras buscaba bichos
en una finca familiar, se topó con una extraña piedra, de color
negruzco, que fue incapaz de mover del sitio.
Treinta años después, científicos del CSIC y del Instituto Geológico
Minero de España (IGME) acaban de descubrir que se trata de un
extraordinario meteorito metálico (siderito) de casi 100 kilos de peso,
que cayó hace miles de años en la comarca y permaneció enterrado hasta
que se topó con Ramón.
En España, sólo se habían encontrado tres auténticos meteoritos
metálicos antes que éste y en todo el mundo tan sólo se conocen 84.
En la familia Asensio López no tenían ni idea del tesoro extraterrestre
que tenía en sus manos, hasta que hace unos meses vieron una noticia en
televisión. Debajo de la encina donde lo encontraron, junto al Parque
Nacional de Cabañeros,
Ramón va
relatando los avatares del bautizado como Meteorito de Retuerta de
Bullaque, el municipio manchego al que pertenece la finca. "Al principio
lo usamos para hacer apuestas sobre su peso con la gente del pueblo,
pero luego decidimos darlo una utilidad y lo poníamos encima de los
jamones para prensarlos. Un día, al ver una
noticia sobre la subasta de un meteorito pensamos en contactar con un
geólogo por si también lo era. Ha sido una gran sorpresa descubrirlo 30
años después de tenerlo en casa"
DE PRENSA DE JAMONES A ROCA EXTRATERRETRE
Fue así como la existencia de este pedazo de material extraterrestre
llegó a manos del geólogo y paleontólogo Juan Carlos Gutiérrez Marco,
del Instituto de Geociencias del CSIC, que estudia la geología de
Cabañero. Enseguida comprobó que no se trataba de uno de tantos
pedruscos que pretenden ser del espacio sideral. Su densidad superior a 8
gramos por centímetro cúbico y su morfología externa eran pruebas
evidentes de su procedencia cósmica, así que contactó con Rafael Lozano,
Jesús Reyes y Eleuterio Baena, del IGME, que en una localidad cercana a
Retuerta lograron partir un trozo para analizarlo. El mecánico que lo
cortó no daba crédito a la dureza del aquel extraño hierro que le
llevaban y era de pequeño tamaño: 45 x 31 x 20 centímetros.
"Comprobamos que se trataba de una octaedrita gruesa. En el corte se
distinguen aleaciones de hierro y níquel (taenita y kamacita) y carburo
(cohenita) que cristalizaron a una elevada presión y temperatura. Forman
las llamadas figuras de Widmanstätten. También contiene minerales raros
como es la troilita y un fosfuro de hierro y níquel. En la corteza de
fusión, que es la parte que se quemó al pasar la atmósfera terrestre,
detectamos cloruro de hierro y níquel, pero ese cloro procede de los
jamones que se prensaron con el meteorito", explica Lozano mostrando el
pedazo que tiene en sus manos. Los numerosos regmaglifos (oquedades
superficiales) añade que son fruto del rozamiento con el aire.
EL PRIMER METEORITO PREHISTÓRICO CONOCIDO EN ESPAÑA
La encina bajo la que rebuscaba Ramón, hoy copropietario del bar
familiar, se encuentra en un antiguo abanico torrencial. Los estudios
geológicos han revelado que el meteorito cayó en el Pleistoceno Medio o
Superior, aunque Gutiérrez Marco reconoce que es imposible saber con
cierta precisión una fecha. "Esta planicie -explica señalando el
horizonte- tiene un asiento geológico de 800.000 años máximo, pero no
tenemos constancia de la mínima. Lo que sabemos es que estuvo enterrado
durante los tiempos en los que el hierro ha sido muy importante, es
decir, desde el Neolítico en adelante, porque en otro caso los
habitantes de estas tierras lo hubieran fundido", argumenta. "Podría
haber caído hace unos 100.000 años", se atreve a aventurar.
¿Y de dónde vino? Como otros meteoritos metálicos, se cree que es un
pedazo del núcleo de un planetoide del Cinturón de Asteroides, situado
entre Marte y Júpiter, que chocó con un cometa, u otro objeto celeste,
desprendiéndose el pedazo que acabó contra la Tierra.
¿Y adónde irá? Pues la Ley de Patrimonio Natural, aprobaba en 2007,
reconoce los meteoritos como patrimonio geológico, pero en su articulado
no se mencionan, ni tampoco se especifican sanciones por apropiación
indebida, por lo que hoy por hoy es legal su propiedad privada y su
compra-venta al mejor postor. Antes de la aprobación de la ley , desde
el IGME se enviaron al Congreso de los Diputados varios folios con las
medidas de protección para meteoritos que los científicos creían
necesarias. Pero sólo lograron una mención en el capítulo de
definiciones de Patrimonio, ni una en el articulado. Hoy, cualquier
persona que encuentre material extraterrestre puede hacer un buen
negocio con él, dado que se cotiza en internet a precios elevados.
Así que, un buen negocio es lo que está esperando la familia Asensio
López: sacar algo dinero vendiéndolo al mejor postor, ya sea en España o
fuera. "Tenemos ya algunos interesados", responde misterioso el hermano
de Ramón, Faustino, mientras mete el meteorito en una caja de fruta y
lo guarda de nuevo en el almacén del bar Las Terrazas.
Afortunadamente, a cambio del estudio geológico, los investigadores del
IGME se quedaron con el pedazo que cortaron para analizarlo, un holotipo
que ha sido pulido, que ya se expone en el Museo Geominero de Madrid y
que ha servido para inscribirlo en el registro como el meteorito número
29 confirmado en España. Es ahí donde todo el mundo podrá ir a verlo.
Pero de metal es el cuarto porque antes que éste, sólo se conocen
fragmentos del de Colomera (Granada, 1912), Quesa (Valencia,1898) y La
Almunia (Zaragoza, 1950), si bien este último está en Alemania, que es
adonde se lo llevó un investigador alemán tras comprárselo a su
descubridor.
Por otro lado, Eleuterio Baena, experto restaurador y conservador del
IGME, aplicando una técnica propia, que ha sido patentada por este
Instituto, ha realizado varias copias totalmente idénticas al meteorito,
una de las cuales se expondrá en un museo del Parque Nacional de
Cabañeros, otra en el Museo Geominero junto al pedazo original (para que
los visitantes conozcan de donde proviene) y la tercera en el Bar Las
Terrazas de Retuerta de Bullaque, donde esperan que sea un reclamo de
clientes cuando ya no tengan el que se escondía en sus tierras.
De vuelta de Cabañeros, y como postre, una visita a la casa rural
Boquerón de Estena, cuyos propietarios tienen un pequeño museo geológico
en cuyos muros sorprende la reproducción de crucianas (huellas
fosilizadas de trilobites de hace 500 millones de años) más grande del
mundo. Todo lo que hay allí son piedras terrestres, pero como el
meteorito del Bar Las Terrazas, están llenas de historias.