6 ONG españolas apoyan la denuncia. 
Resulta que como España tiene frontera con Marruecos, a 73 inmigrantes
 ilegales se les ocurrió pasar a un islote español, situado a 50 m de la
 costa de Marruecos, pensando que les llevarían a la Península.
Pero como hay un acuerdo con Marruecos para devolver a territorio 
marroquí a los inmigrantes ilegales que de allí provengan, las 
autoridades españolas les enviaron de vuelta a casi todos, excepto a los
 menores y las embarazadas.
La denuncia es por violación de nuestra propia Ley de Extranjería , que 
dice que los casos de inmigración ilegal se estudiarán uno por uno ,y 
que los inmigrantes tendrán asistencia letrada y la oportunidad de ser 
oídos ante un tribunal.
Y de cobrarles el coste de la repatriación nada, claro.. que para eso el resto de borregos ya paga impuestos.. 
 Dos expulsados de la Isla de Tierra denuncian a España ante Estrasburgo
Un 5 de septiembre de 2012, el Gobierno expulsó y puso en manos de las 
autoridades de Marruecos a 73 personas de origen subsahariano que habían
 tomado la deshabitada isla de Tierra, de soberanía española pero a 50 
metros de la costa marroquí. Un año y un mes después, Emanuel Mahop y 
Hiondi Denis, dos cameruneses que formaron parte de ese grupo, han 
demandado al Estado español ante el Tribunal Europeo de Derechos 
Humanos. La razón, haber ejecutado una expulsión colectiva "expresamente
 prohibida por el convenio europeo de derechos humanos" hacia un país 
"donde se violan sistemáticamente los derechos humanos", según recoge el
 escrito de 23 páginas respaldado por seis asociaciones de derechos 
humanos de España: Andalucía Acoge, Comisión Española de Ayuda al 
Refugiado, SOS Racismo, Asociación Protectora de los Derechos Humanos de
 Andalucía, Acsur y Elim, en colaboración con la Asociación marroquí de 
derechos humanos.
España violó los derechos de estos sin papeles al no respetarse el 
procedimiento establecido en la Ley de Extranjería, que obliga a 
estudiar individualmente si cada inmigrante reúne los requisitos 
necesarios para entrar en territorio español. La demanda incide en que 
no se les ofreció la posibilidad de tener un abogado, ni un intérprete, 
ni una tutela judicial. Ni siquiera se identificaron los perfiles 
vulnerables de no ser expulsados, como las víctimas de tratas o 
refugiados políticos. "Habría gente que probablemente podría haber 
solicitado asilo en España", sostiene un portavoz de una de las 
asociaciones implicadas. "Otra de las consecuencias ha sido la 
imposibilidad de recurrir la decisión de ser expulsados ante los 
tribunales, que es obligatorio. Se violó el principio de no devolución a
 países donde puedan sufrir torturas o tratos denigrantes", explica el 
portavoz.
La polémica surgió en septiembre de 2012, cuando un grupo de 89 personas
 de varios países africanos acamparon en la isla de Tierra, un peñasco 
español diminuto situado en el archipiélago de Alhucemas, 120 kilómetros
 al este de Melilla. Alegaron que, como estaban en territorio español, 
debían ser trasladadas a la Península, pero no fue así. Tras dos días de
 conversaciones, España acordó con Marruecos aplicar el acuerdo 
bilateral que ambos países firmaron en 1992 y que contempla la 
readmisión de inmigrantes ilegales cuando se demuestra que estos 
provienen del reino alauita.
Hasta la fecha, este convenio solo se había aplicado en contadas 
ocasiones y casi siempre con nacionales marroquíes, ya que no es fácil 
demostrar el lugar de origen de inmigrantes rescatados en pateras porque
 pueden proceder también de Argelia. En el caso de la isla de Tierra, el
 convenio volvió a aplicarse porque los hombres y mujeres que ocuparon 
la isla solo habían podido llegar a ella desde la vecina costa marroquí.
 España accedió a hacerse cargo de las personas más vulnerables: 16 
menores, madres y mujeres embarazadas que fueron trasladados a Melilla, 
donde recibieron atención sanitaria. Los otros 73 fueron recogidos en 
una zodiac la madrugada del 5 de septiembre por la Guardia Civil y 
entregados a las autoridades marroquíes.
Un portavoz del Ministerio del Interior ha asegurado que todo se realizó
 bajo la más estricta legalidad y ha declinado ahondar en el conflicto. 
En su momento, el Gobierno consideró que se había resuelto de una forma 
“muy satisfactoria”. La ocupación del islote se había convertido en un 
verdadero quebradero de cabeza para el Ejecutivo porque podía suponer 
una nueva vía de entrada a España de inmigrantes indocumentados, mucho 
más sencilla que atravesar el Estrecho.
Marruecos debía haber devuelto a estas personas a su país de origen, 
pero eso no ocurrió, hecho que viola el artículo 5 del convenio 
bilateral entre ambos países, que contempla que el Estado (marroquí) se 
asegurará de que los retornados regresen a su país de origen. Estas 73 
personas no tuvieron acceso a ningún procedimiento legal para pedir 
asilo ni pudieron ejercer sus derechos, sino que fueron conducidas en 
autobuses a la frontera con Argelia y obligadas a que regresaran a sus 
países. La mayoría regresó a pie a la ciudad de Oujda, ciudad marroquí a
 pocos kilómetros de la frontera, y buscó cobijo en bosques de los 
alrededores y en la Universidad.  Dos de ellos, Mahop y Denis,  viven 
ahora en Rabat, desde donde siguen planeando como llegar a Europa, y han
 sido los que han puesto la denuncia contra España.
Cuando la expulsión se hizo efectiva, numerosas ONG y juristas 
recriminaron al Gobierno su actuación, plagada de posibles 
irregularidades. Criticaron que no se cumplió la Ley de Extranjería, ya 
que los inmigrantes fueron expulsados sin un procedimiento legal y sin 
garantías y ni siquiera fueron documentados antes de ser trasladados por
 la fuerza al territorio marroquí. "Casos como estos hacen saltar las 
débiles costuras que unen a la legislación española de extranjería con 
el acuerdo hispano-marroquí", explica Iván Jiménez Aybar, abogado 
experto en derecho internacional y profesor de la Universidad Autónoma 
de Barcelona. "La Ley de extranjería habla de situación irregular; sin 
embargo, el acuerdo parte de la ilegalidad. Mientras que la Ley exige 
asistencia letrada en todas las modalidades de procedimientos de 
expulsión, el acuerdo ni lo prevé, permitiéndose actuaciones por la vía 
de los hechos consumados, sin vuelta atrás y sin posibilidad de 
recurso".
Fuentes gubernamentales replicaron entonces que la situación era muy 
complicada y que no se podía trasladar a España a todos los que habían 
entrado en la isla de Tierra porque, de haberlo hecho así, podría 
producirse un efecto llamada y el problema se hubiera convertido en algo
 imposible de gestionar.
 
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