Manual de un buen vividor » Vámonos de boda
 
 Casarse está bien. No casarse está mejor.
 Agustín de Hipona
 
En esta época del año, dos cosas comienzan a brotar sin control: flores y bodas.
 
Y ambas pueden producir auténticos ataques de alergia entre el personal.
 
A mí, sin embargo, las bodas me divierten bastante.
 
Además, en ellas se puede aprender mucho sobre la condición humana. De 
hecho, si uno permanece en una boda observando atentamente el 
comportamiento de los asistentes, al acabar la misma puede salir con un 
doctorado en sociología.
 
Y resaca.
 
La resaca no te la va a quitar nadie, amigo.
 
Del mismo modo que en toda boda hay una serie de protagonistas 
imprescindibles -el novio, la novia, los padres o el cura- también hay 
otra serie de personajes secundarios pululando que merecen un 
reconocimiento especial. Son como John Malkovich: siempre en un segundo 
plano, con un papel secundario, pero con actuaciones estelares que 
permanecen en la retina de los ahí presentes durante mucho tiempo.
 
Su presencia es incuestionable para el equilibrio de la fiesta. Son la amalgama que une y da sentido a todo.
 
Decía mi admirado Hernán Casciari que todos tenemos un papel, un rol, tanto en la vida como en las bodas.
 
Asegúrense de tener el suyo:
 
 1. EL DESATADO
Este personaje es un tipo bastante responsable (opositor, recientemente 
casado o retirado temporalmente del mundo de la noche) que disfruta de 
un permiso especial, una especie de Wild Card, para comportarse como un 
estrella de rock durante la boda.
 
Y la aprovecha.
 
Vaya si la aprovecha.
 
Le reconocerás por su estado de absoluta embriaguez tras la primera copa
 y el fuego bailando en sus pupilas mientras te sugiere cosas como:
 - ¿Tiramos al novio a la piscina?
- Otra copa
- ¿Has visto a la del vestido rojo?
- Otra copa
- Vamos a mantear a la novia. Hasta que toque el techo.
- Otra copa
- Voy a pedir una canción movidita al DJ
- Otra copa
- Tengo ganas de bailar desnudo en el jardín.
 
 2. LA MAGDALENA
Es esa amiga de la novia que va a la boda muy guapa, dressed to kill que
 dirían los anglosajones, con su sofisticado peinado, su vestido 
-pensado, preparado e ideado con varios meses de antelación- su tocado, 
su maquillaje, y que lleva mentalizándose para no llorar durante 6 
meses.
 
Y, sin embargo, en cuanto pone un pie la novia en la Iglesia, la 
Magadalena rompe a llorar de forma descontrolada, con ataques de hipo y 
el rímel corriéndose al mismo tiempo que agita el abanico 
frenéticamente, como si eso fuera a detener la hemorragia lacrimal.
 
 3. LA COMENTARISTA
La Comentarista es esa señora sexagenaria, a la que no conoces de nada 
ni has visto antes en tu vida, y que por algún motivo desconocido decide
 sentarse a tu lado en el banco de la iglesia y retransmitirte la boda 
en directo, mediante susurros, como si estuvierais copiando en un examen
 de matemáticas:
 - Ya entra la novia.
- Qué guapa va.
- Él no parece nada nervioso.
- Les conozco desde que eran así.
- Él es igual que su hermano.
 
La comentarista será fácilmente reconocible  a 500 metros, por el 
penetrante olor a perfume, ese perfume cuya venta exclusivamente está 
permitida a señoras de más de 65 años y un pequinés.
 
 4. LA CHICA CODAZO
Es esa chica espectacular que nadie sabe de dónde sale, si es amiga del 
novio, de la novia o si se trata de un ángel enviado desde el cielo para
 anunciar alguna buena nueva. Ella es el elegante cisne del estanque y 
tú, a su lado, el pato mareado y medio imbécil que no sabe ni nadar.
 
Llevará algún vestido impresionante (muchas veces de espalda 
descubierta, mi mayor debilidad), estará morena sea cual sea la época 
del año y bailará de una forma que conseguiría descorchar una botella de
 champán a 50 metros de distancia y que hace que suene en tu cabeza la 
canción de los Troggs:
 
 Wild thing,
you make my heart sing…
 
Esta chica será fácilmente reconocible por los codazos que te pegarán 
tus amigos en las costillas y sus enérgicos movimientos de barbilla. 
Esta técnica del codazo, sutil y elegante como pocas, significa en el 
lenguaje masculino:
 
 Madre mía, Virgen del Camino Seco, por favor, mira inmediatamente a esa diosa del Olimpo que acaba de llegar.
 
 5. EL NIÑO EMPASTILLADO
Es ese niño que está en mitad de la pista bailando Gangnam Style, a una 
hora inexplicablemente alta de la madrugada, tal vez tras una ingesta 
masiva de azúcar, con la corbata anudada en la cabeza, sin aparentemente
 ninguno de sus progenitores alrededor.
 
Lejos de apelar al sentido común, le jalearás con palmas (EH EH EH EH…) y hasta le subirás a hombros en un momento determinado.
Porque todos fuimos alguna vez ese niño.
 
 6. EL CLICHÉS
Es ese siniestro e inquietante personaje cuya intervención en la boda 
consiste en ir por ahí, de grupo en grupo, diciendo toda clase de 
topicazos a gente que ni conoce, forzándoles a esbozar una sonrisa de 
rigor mortis.
 
Su repertorio estrella se compondrá de los siguientes clichés:
 De una boda sale otra boda, ¿eh? – acompañado de un guiño y un codazo inoportuno mientras te encuentras hablando con una chica.
Venga, que a esta te invito yo – cuando te encuentras con él para pedir en la barra libre
Ten cuidado que tú eres el siguiente – al primer testigo que ve con novia.
Ya no hay marcha atrás, ¿eh? – al novio, a la salida de la iglesia, con la novia delante.
 
Y luego toda clase de comentarios incómodos al novio sobre la noche de bodas y/o el viaje de novios.
 
 7. EL PISTOLERO MÁS RÁPIDO DE LA CIUDAD
Es ese entrañable fenómeno que a los 5 minutos de haber abierto la barra
 libre, ya lleva encima la madre todas las curdas, va sin chaqueta, con 
una flor en la oreja y se dedica a sacar a bailar El Niágara en 
bicicleta a todas las chicas comprendidas entre los 16 y los 86 años, 
mientras baña a todo el mundo a su alrededor con la ginebra de su copa.
 
El pistolero sufrirá al día siguiente un repentino y feroz ataque 
amnésico que le impedirá poder recordar cosas y recurrirá a ti para que 
le ayudes a reconstruir su noche.
 
 8. EL HANNOVER
Hay que ser muy bala perdida, muy crápula,  para que bauticen en tu honor este noble arte.
 
Un Hannover no se puede hacer a lo loco. Requiere disciplina y método.
 
A saber los pasos básicos:
 1. Agarrarte una castaña colosal la noche antes de la boda.
2. Quedarte durmiendo la mona en tu casa.
3. Fumarte la ceremonia.
4. Presentarte directamente al convite con cara de aquí no ha pasado nada para calzarte el solomillo y 27 copas.
5. Sonreír.
 
Esto solo lo pueden con cierto estilo 3 personas en el mundo: Ernesto de
 Hannover, Charlie Sheen y Julio Iglesias. El resto siempre seremos unos
 aficionados.
 
Un Hannover bien hecho es algo siempre digno de elogio y de quitarse el sombrero, diga lo que diga el protocolo.
 
 9. MOCHILO
Mochilo es esa amiga que va completamente pertrechada, como si en lugar 
de a una boda se estuviera embarcando en una expedición para escalar un 
ochomil.
 
Es esa chica que lleva un bolso diminuto del que, por arte de magia, 
saca cualquier cosa que pueda necesitar cualquiera de sus amigas: 
Ibuprofeno. Mechero. Chicles. Tiritas. Cargador de teléfono extra. Un 
set completo de maquillaje. Bailarinas. Aguja e hilo para la amiga a la 
que se le cae el botón. Antídoto para serpientes.
 
 10. DESCALZA
En toda boda hay una chica que acaba completamente descalza dándolo todo en la pista de baile.
 
Yo creo que se hace un sorteo antes de empezar.
 
 11. LA MESA HOOLIGAN
En toda boda hay una mesa, con la selección de los amigos más salvajes 
del novio, que decide animar la cena con todo tipo de cánticos,vítores, 
palmas y servilletas al aire. Esta mesa es necesaria, como lo son en los
 campos de fútbol argentinos las barras bravas: dan color y animan el 
cotarro.
 
 12. SANEDRÍN MADRIDISTA
Al acabar la cena, en ese lapso de tiempo entre el café y la primera 
copa, siempre salgo a fumar el puro al aire libre y formo un grupúsculo 
de madridistas apasionados, nada objetivos y completamente irracionales,
 para hablar un rato sobre el Real Madrid con la solemnidad de una 
cumbre del G8.
 
En este consejo de sabios hacemos balance de la temporada recién acabada
 y comentamos altas y bajas de cara a la siguiente, con tal diligencia y
 seriedad que parecemos de la directiva del Real Madrid:
 ¿Fichamos a Bale?
¿Vendemos a Benzema? 
A mí también me duele traspasar al Pipa.
Echaremos de menos a Mourinho (y aquí, quien diga que no, queda 
automáticamente expulsado del grupo y apartado cual Pedro León. Los 
mourinhistas aplacamos la insubordinación con mano de hierro)
Tenemos que renovar perpetuamente a Xabi Alonso
Neymar va a ser el siguiente Robinho (a ver si a base de repetirlo nos lo terminamos creyendo)
 
 13. EL BATUTAS
El Batutas es otro personaje que debe tener toda boda que se precie. Es 
ese fulano que se pasa toda la noche -pero toda la santa noche- 
atormentando al DJ y pidiéndole canciones, tales como El Tractor 
Amarillo, El Venao y “una que empieza así: Nanananananana…nana nana nana
 naaaaaaa” y otros  hits de ayer, hoy y siempre, que en su imaginación 
etílica considera imprescindibles para amenizar el momento.
 
Todas las canciones que pide siempre son la última y acompaña su súplica
 al DJ con las manos en posición de plegaria, la camisa sudada y un 
cigarro en la oreja.
 
 14. MR. PARTY BUS
Siempre hay un invitado con alma de estrella de rock, cuyo momento de gloria llega en el autobús.
 
De hecho, lleva toda la noche esperando ese momento. Su momento.
Porque es un animal del escenario. Un showman. Simplemente ha nacido 
para eso. Para él, la fiesta empieza en ese momento. Todo lo anterior ha
 sido un mero calentamiento.
 
Se hará rápidamente con el micrófono del paciente conductor y empezará a
 entonar un amplísimo repertorio de cánticos regionales. También, por 
supuesto, demostrará conocer absolutamente todas las canciones de 
“Camarero, camarero…” (algunas hasta inventadas sobre la marcha, tal es 
su momento de exaltación y creatividad).
 
Le dará igual que haya gente durmiendo, hablando o a otra cosa. Él va a lo suyo.
 
Y, rápidamente, conseguirá meterse al público en el bolsillo.
 
Porque ha nacido para eso.
 
Porque él es Mr. Party Bus.
 
 15. EL DEL SÍNDROME DEL PORTERO DELANTERO
Del mismo modo que, a falta de pocos minutos y con el marcador en 
contra, el portero de un equipo de fútbol sube a la portería rival de 
forma irresponsable, a lo loco, a la desesperada, como William Wallace, a
 intentar rematar un córner, con todo que ganar y nada que perder, hay 
situaciones similares en bodas.
 
Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas. Sin riesgo no hay gloria.
 
Y esto es lo que mucha gente se debe plantear en bodas, cuando a las 5 
de la mañana, con tantas parejas a su alrededor, la felicidad en el 
aire, más de uno se envalentona y sube a rematar lo que sea y de 
cualquier forma y manera.
 
Hay más personajes: el cincuentón poseído por el alma de Patrick Swayze,
 el grupo de solteros revoloteando como buitres alrededor de otro grupo 
de solteras, el tipo que se pone a bailar simulando que toca un violín 
mientras sujeta el cubata con la oreja.
 
Al fin y al cabo, como escribía Casciari: la vida sería un disparate si 
todos, absolutamente todos, fingiéramos al mismo tiempo que somos un 
trenecito de imbéciles bailando la conga; si nadie se quedara quieto en 
la oscuridad, con gesto incrédulo, sintiendo fascinación por la 
condición humana.
 
Brinden, pásenlo bien en sus bodas, acepten su rol y, sobre todo, que vivan los novios.
 
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