Rusia reacciona y estudia establecer un impuesto al divorcio para frenar el descenso de población.
Son muchas las batallas que Vladímir Putin ha encabezado en favor de la familia desde que llegara a la Presidencia de Rusia. El marcado descenso de la población rusa en las últimas dos décadas no tardó en convertirse en una de las máximas preocupaciones del actual Gobierno de Dmitri Medvédev. Ambos líderes han señalado en más de una ocasión al aborto, el alcoholismo, la baja natalidad, el matrimonio homosexual y el divorcio como principales factores que ayudan a aumentar el descenso de la población.
Por todo ello, el Ejecutivo adoptó algunas medidas encaminadas a paliar el envejecimiento de la población –con gran repercusión en Occidente– como la de restringir la ley del aborto, impedir que los niños rusos pudieran ser adoptados por matrimonios homosexuales e incluso la de contemplar la posibilidad de volver a la ley seca de Gorbachov, algo que ayudó a aumentar el número de nacimientos.
Si había algo que le quedara por tocar al Gobierno ruso era el divorcio, para el que ahora se estudia la posibilidad de establecer un impuesto. Hace sólo unos días se hizo público que Rusia está trabajando en la elaboración de un borrador con el fin de revertir el declive de la población. Se trataría de incluir un impuesto sobre el divorcio en el que el aborto sería catalogado como un acto de “odio a los niños”.
La medida sería una respuesta más a las diferencias (negativas) entre natalidad y mortalidad que desde hace mucho tiempo preocupa a los dirigentes rusos. Sin ir más lejos, el año pasado se produjeron 2.500 muertes más que nacimientos, una situación que Putin pretende revertir cuanto antes. Sobre todo por las previsiones nada alentadoras de la ONU: si Rusia mantiene este ritmo en 2050 tendrá una población de 116 millones de habitantes, 30 menos que en el año 2000. Los ciudadanos que ahora están en edad de trabajar tienen, por lo tanto, justificada su preocupación acerca de quién pagará sus pensiones.
Al margen del impuesto al divorcio, el Gobierno ruso estudia calificar el aborto como un acto de “odio a los niños”
Pero la despoblación rusa también acarrea otros problemas de tipo geoestratégico. Una de las cuestiones que más tiempo ocupa al Gobierno es la de la cada vez mayor carencia de soldados en algunos territorios del este del país, algo que inquieta por el hecho de que al otro lado de la frontera se encuentre un gigante militar como China.
Por eso, desde hace tiempo la prioridad del Gobierno es la de detectar cuáles son las causas del progresivo envejecimiento de la población rusa y legislar en consecuencia. Desde luego, una de las causas es que se produzcan en Rusia seis millones de aborto cada año para una población de 143 millones.
“Capital materno”
En la última década el número de abortos ha crecido de manera notable, ya que en 2004 se produjeron 1,6 millones de abortos frenta a 1,5 millones de mujeres que daban a luz. Unos números que no cuadran y que fueron el detonante de la reforma del aborto de Medvedev. Su Gobierno aprobó una reforma que no permite el aborto después de las 12 semanas excepto en contadas ocasiones. Del mismo modo, prohibió la publicidad de centros abortivos en medios de comunicación dirigidos a jóvenes y adolescentes. Hay que recordar que miembros de la Iglesia ortodoxa exigieron el consentimiento del marido o de los padres en el caso de que la embarazada fuera menor de edad para abortar y también que se reconociera la objeción de conciencia de los médicos para casos de aborto. A pesar de que las propuestas fueran planteadas por la Iglesia, finalmente ninguna de ellas fue incluida en la reforma de la ley del aborto.
Pero antes de restringir el aborto, el Gobierno también creó un “capital materno”, esto es, un fondo de ayudas dirigidos a fomentar la maternidad. De esta forma, todas las mujeres que den a luz en Rusia reciben un cheque cercano a los diez mil dólares. Se trata de unas ayudas altas comparadas con las que, por ejemplo, recibían las mujeres en España cuando Zapatero estableció el cheque-bebé por un importe de 2.500 euros en el año 2008.
Peor que en la URSS
Claro que el caso resulta sangrante en lo que se refiere a Rusia. Según estadísticas oficiales las mujeres rusas se someten a una media de dos abortos en su vida. Y las consecuencias a veces se pagan de por vida, como el 20% de las parejas rusas que son incapaces de tener hijos debido a abortos mal practicados. No obstante, el número de abortos se ha reducido en los últimos años, ya que en 2005 se producían 104,6 por cada 100 nacimientos, y en 2010 fue de 58,7 por cada centenar de partos. En cambio, el año pasado se produjeron 42 abortos por cada 100 nacimientos.
Lo que probablemente más irrite a la jerarquía rusa sea que desde el fin de la Unión Soviética en 1992 la población rusa haya caído un 2,9%. Basta con mencionar que durante los últimos 16 años del comunismo nacieron 36 millones de rusos y murieron 24, mientras que en los 16 primeros años de democracia en Rusia se produjeron 22 millones de nacimientos y 34 millones de muertes.
En su batalla ante la disminución de la población, la última reacción del Gobierno ruso se ha traducido en el borrador que establece un impuesto sobre el divorcio, una respuesta que antes se había producido en otros campos. Uno de ellos fue la aprobación en Francia del matrimonio gay. Hace poco, Rusia anunció que iba a modificar un acuerdo sobre regulación de adopciones de niños rusos por parte de padres franceses. Al igual que el anteproyecto que ahora baraja el Ejecutivo, la negativa a que los niños rusos acaben adoptados por matrimonios homosexuales franceses iba encaminada a proteger las tradiciones rusas. En este sentido, hay encuestas que aseguran que dos tercios de los rusos sienten rechazo hacia los homosexuales.
Esta medida se produjo sólo unos meses después de que el Parlamento aprobara por 388 votos a favor, uno en contra y una abstención, la prohibición de la propaganda homosexual entre los menores. Entonces, Putin dijo lo siguiente: “El matrimonio gay no contribuye a revertir el declive de la población rusa”.
Normas morales
Tras exponer sus argumentos Putin no tuvo ninguna duda en respaldar la iniciativa de la diputada regional, Marina Orgeyeva, de revisar el acuerdo de adopción con Francia tras la legalización del matrimonio homosexual. “Tiene razón, necesitamos reaccionar a lo que está ocurriendo a nuestro alrededor”. Lejos de temer que aumenten sus diferencias con la UE, el presidente ruso defendió las tradiciones rusas como eje vertebrador legislativo: “Respetamos a nuestros socios, pero les pedimos que respeten nuestras tradiciones culturales y las normas éticas, legislativas y morales de Rusia, tenemos derecho a hacer cambios”.
Precisamente la defensa de los viejos valores occidentales se transformaron hace una semana en el anuncio definitivo del Gobierno de que aprobará una ley que prohíba la adopción de menores de edad rusos por parte de parejas de homosexuales extranjeras. El texto, que podría ser aprobado en otoño, recoge que sólo se concederá la tutela a parejas tradicionales, según Alexei Levchenko, portavoz de la viceprimera ministra Olga Golodets. Hay que tener en cuenta que la actual legislación sobre adopciones exige a los padres adoptivos tener suficientes ingresos y estar libres de antecedentes penales sin mencionar nada sobre la orientación sexual de los mismos. Precisamente esto es lo que cambiará a partir de otoño.
Lenin y el aborto
Quizá toda esta corriente se entienda mejor cuando incluso el rechazo a la homosexualidad provenga de las propias filas de la oposición. La socialdemócrata Elena Mizúlina (responsable del comité para asuntos de la Familia, la Mujer y los Niños de la Duma) ha manifestado en más de una ocasión ser partidaria de prohibir las marchas del orgullo gay por entender que constituyen actos de propaganda homosexual a las que tienen libre acceso los niños.
Pero esta corriente de rechazo a la propaganda homosexual se extiende también en la sociedad rusa. Hay encuestas como una del organismo independiente Centro Levada que señala que el 38% de los rusos creen que los homosexuales deberían someterse a un tratamiento médico, mientras que el 13% considera que deberían ser procesados judicialmente. Por otra parte, otra encuesta realizada en marzo reveló que en torno al 85% de los rusos se oponen al matrimonio entre personas del mismo sexo.
Paradójicamente, lo que muchos desconocen es que la homosexualidad estaba penada con cárcel cuando Rusia era una Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, época en la que se convirtió en el primer país en aprobar la ley del aborto bajo el Gobierno de Lenin en 1920. Por ello, tras los 75 años de dictadura comunista la homosexualidad no tardó en ser despenalizada.
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