20130215

Sale de Lavacolla rumbo a Madrid y acaba en Tenerife

Sale de Lavacolla rumbo a Madrid y acaba en Tenerife


Tenía que entrar por la puerta 10, pero lo hizo por la 14. «Estaba leyendo una documentación y la verdad es que me despisté totalmente», reconoce Óscar Valcuende, presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios de A Coruña. Ocurrió el pasado miércoles. Al día siguiente lo nombraban en Madrid vicepresidente tercero de la Confederación Española de Jóvenes Empresarios y estaba inmerso en sus papeles. Tomaba un avión de Ryanair en Lavacolla a las 22 horas. El plan consistía en llegar a las 23.30 horas a Barajas, pero Valcuende cometió un error: se puso en la cola de Tenerife.

En el mostrador el personal tampoco se encontraba especialmente atento. Y el hambre se juntó con las ganas de comer. «Pasé el control de la puerta de entrada equivocada y, luego, el otro, en el que hay que mostrar la documentación. Nadie se dio cuenta de que yo no tenía que ir ahí», explica Valcuende. Ni siquiera cabía la opción de llegar y encontrarse a otro viajero en la plaza: «En esta compañía no están los asientos numerados y, como el avión no se había llenado, era imposible que yo me percatara».

Pronto lo haría. A mitad de vuelo, Valcuende ya había despachado los documentos que llevaba en la mano. Miró el reloj. Algo no cuadraba. Sus cálculos fallaban. Llevaba más de una hora de vuelo y preguntó al auxiliar de vuelo si ocurría algo: «Él me dijo que no y, ante mi insistencia en la pregunta, pensó que estaba bromeando. Yo también llegué a pensar lo mismo, que me estaba vacilando al insistir en que todo iba bien», recuerda riéndose.

La risa iba a ser mayúscula cuando se dio cuenta dónde iba a aterrizar esa noche, a 1.756 kilómetros de su destino. «Después de estar discutiendo con el auxiliar un rato, me indica que estoy en el vuelo de Tenerife, no en el de Madrid. Y me quedé de piedra -confiesa-. Pero bueno, tras unos segundos me lo tomé con humor. Me trataron con total discreción en el aire y me aseguraron una solución».

«Un error lo tiene cualquiera»

Valcuende continúa el relato: «Ya en tierra, el personal de Ryanair me indicó que cogiera un hotel en Tenerife y que fuera en taxi, que ellos se hacían cargo de todo». El primer vuelo del jueves salía a las once de la mañana desde Tenerife Norte. 75 euros en taxi y 400 euros del billete. Todo ello a cuenta de la compañía. «Gasté entre 700 y 800», calcula Valcuende, que solo va a reclamar esa cantidad: «Un error lo puede tener cualquiera. De estos errores se aprende. De hecho, he tenido una idea empresarial muy buena relacionada con esto».

El experto en viajes Agustín Vázquez recomienda la contratación a través de agencias de protección y asesoramiento, para poder resolver de manera eficaz situaciones como esta. En ese sentido, recuerda que «las aerolíneas deben proporcionar gratuitamente asistencia».

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