20130109

Muere tras rodar montaña abajo en una bola de plástico

Muere tras rodar montaña abajo en una bola de plástico


Dos jóvenes rusos amantes de la aventura extrema querían celebrar la llegada de 2013 poniendo a prueba su adrenalina dentro de una bola de plástico de dos plazas. Pero el divertimento terminó en tragedia cuando se salieron de la pista y acabaron rodando montaña abajo, rebotando en rocas y botando sobre acantilados. Uno de los dos jóvenes ha muerto y el otro está herido.

Sucedió la mañana del 3 de enero, según informa el periódico ruso 'Komsomolskaya Pravda'. Denis Burakov llegó a la montaña Musa Achitara -un lugar turístico del Cáucaso muy popular entre los amantes de la nieve- para ir a esquiar, pero le llamó la atención la gran bola transparente denominada 'zorb', que habitualmente mide unos 3,5 metros de diámetro y dentro de la cual pueden 'viajar' dos personas bien amarradas. Normalmente el invento rueda pista abajo no más de cien metros.

Un 'viaje', como se ve decir en ruso al instructor en el vídeo, cuesta 300 rublos: siete euros y medio. Denis logró un compañero para su primera vez haciendo 'zorbing' (un deporte de riesgo inventado en los años 70 en Nueva Zelanda), y así Vladimir y él se metieron dentro de la bola sujetos con un cinturón de seguridad. En la escena se ve cómo el instructor da el último empujón y empiezan a rodar cuesta abajo hacia donde se encuentran los ayudantes esperándolos. Un amigo de Denis, que está rodando la escena, ríe divertido al ver a su colega empezar a centrifugarse.

Pero las risas se tornan gritos y preocupación cuando la bola en la que bajan los dos 'zorbinautas' empieza a perder el control, se sale de la pista por la derecha para rebotar y volver a cruzar el camino y salir por la izquierda mientras dos asistentes tratan sin éxito de frenarla. Por un momento la bola parece detenerse justo delante del enorme valle. El instructor que los ha lanzado tranquiliza a los amigos.

- ¡Alto ahí! ¡Alto! Sí, bien. No pasa nada.

Pero la pelota vuelve a rebotar y dribla al último operario. Rueda por la colina y no se detiene, y continúa su camino hacia el abismo.

- ¿Qué hay ahí abajo? – pregunta inquieto el compañero de Denis mientras graba.

- No hay nada ahí. ¡Catástrofe! - responde alguien detrás de la cámara.

La bola no deja de coger velocidad y desaparece de la imagen. La grabación termina, pero desgraciadamente las cosas no iban a detenerse ahí. Denis y Vladimir descendieron a una velocidad terrible el desfiladero de Ganachirskogo, que tiene una pendiente del 70%, orbitando dentro de la bola de plástico transparente a lo largo de un kilómetro y medio y golpeándose contra las rocas. Así lo ha dicho a los medios rusos Sergei Shuvaev, del Departamento de Investigación de la región Karachay-Cherkesia.

Una persona que pasaba por el valle grabó unos segundos extra de la trágica odisea, unos instantes que aparecen al final del vídeo, en los que se ve el 'zorb' 'volando' cuesta abajo y rebotando sobre las rocas.

Los medios y blogs rusos intentan imaginar la horrible sensación que padecieron ambos ocupantes mientras se deslizaban por el abismo de nieve y piedra. La compresión a esas velocidades puede ser comparada con la que tienen los astronautas. Según Alex Drobot, periodista del 'Komsomolskaya Pravda', esto por sí solo puede matar a una persona sin la debida preparación.

Finalmente encontraron a ambos en la orilla de un lago congelado, en una zona rodeada de bosque a la que era difícil acceder con los equipos de rescate. Denis todavía estaba vivo, pero con una fractura por compresión de la columna vertebral, así que murió de camino al hospital. Vladimir, de 33 años, tenía una conmoción cerebral y lesiones menores. Ambos son de la ciudad rusa de Piatigorsk, según la agencia RIA Novosti.

El vídeo ha sacudido las redes sociales rusas. Aunque no hay datos de la investigación, parece que no es la primera vez que una de estas bolas tripuladas, que causan furor en Rusia, se salen de la pista. Aunque nunca con un resultado tan trágico, la muerte del joven Denis, que tenía sólo 27 años y una pasión por el riesgo que le ha salido muy cara.

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