20050831

Un pequeño 'Las Vegas' en la campiña alsaciana

En un pequeño pueblo de la campiña alsaciana, al noreste de Francia, el Royal Palace se ha convertido en 25 años en el tercer 'music-hall' de Francia, atrayendo cada año a 200.000 espectadores por revistas capaces de rivalizar con las del Lido o las del Moulin Rouge parisinos.

"Es una apuesta loca", reconoce Pierre Meyer, de 52 años y dueño del lugar, el origen de un pequeño milagro que transforma cinco días a la semana Kirrwiller, en el Bajo Rhin, una tranquila villa de 500 habitantes a 35 kilómetros de Estrasburgo en un anexo de Las Vegas.

Los coches llegan de toda Francia pero también de Alemani, Suiza, Bélgica, Holanda o Luxemburgo para asistir al espectáculo, presentado en un anfiteatro de 1.000 plazas tras una comida o cena en los dos restaurantes del establecimiento, con precios que van desde los 34,6 euros (primer precio en la 'matinée') hasta los 80 euros del sábado por la noche.

Con números de magia, bailes y canciones, en los que aparecen nombres como Johnny Hallyday, el espectáculo tiene el éxito ahora que se le resistió en sus inicios a Pierre Meyer. En 1980, decidió recuperar el baile, las cenas y las noches temáticas en su pueblo. "Nadie creía en ello y los banqueros no me apoyaban", se acuerda el ex-aprendiz de cocinero. En 1989, instaló su primer escenario antes de construir, en 1996, el actual, un gigantesco complejo de 8.000 metros cuadrados en total, donde monta sus propias producciones.

Sus dos empresas, Royal Show Production y otra de restauración, emplean a 130 personas, de las que 30 son artistas, y tienen una cifra de negocios anual de casi 8 millones de euros "que sigue aumentando" pese a la frecuentación estable de público.

Pese a su aislamiento, el Royal Palace atrae a los mejores bailarines del mundo entero por sus condiciones de vida y de trabajo. "Es un poco como mi país, se puede ver el campo desde la ventana, y luego el espectáculo es muy bueno" explica Pippa, la estrella australiana de la revista, que trabajó en el Moulin Rouge.

Como sus colegas, todos instalados en el lugar, va a Estrasburgo dos o tres veces a la semana para comprar o salir por la noche. "La calidad de vida es excelente" afirma Audrey, la única bailarina francesa del conjunto.

Para Jacques Rouveyrollis, habitual de Las Vegas, lo resume de otra manera igual de concluyente: "Es realmente increíble, es el único lugar de este tipo en el mundo donde hay vacas y gallinas alrededor".

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