De cómo la CIA le robó un submarino a los soviéticos en 1974
un extracto:
Estados Unidos venía perdiendo en Vietnam hacía años, necesitaban
recuperar su orgullo. Entonces idearon el Proyecto Jennifer, y crearon
el Glomar Explorer, un barco de “salvataje” imaginado por la CIA para
robar un submarino soviético. Una de las historias más pintorescas de la
Guerra Fría.
Sí, querían un golazo mayor, algo que los llenase de orgullo, y para
ello se acercaron al excéntrico millonario Howard Hughes a fines de los
60. Le propusieron que les construyese un barco bajo el engaño de que se
trataba de un barco para extraer módulos de manganeso del suelo
oceánico. La idea que tenían era utilizar al Glomar Explorer, o Hughes
Mining Barge 1, para recuperar un submarino soviético.
El 11 de abril de 1968 la Inteligencia Naval en Pearl Harbor, interceptó
un mensaje angustiante de un submarino soviético. El submarino estaba
localizado aproximadamente a unos 1200 kilómetros al noroeste de Hawaii,
y desde allí reportó una explosión a bordo mientras estaba cerca de la
superficie, luego se hundió. Los soviéticos, obviamente recibieron el
mensaje, y enviaron una partida de búsqueda, pero luego de meses de
búsqueda no pudieron localizar el submarino hundido.
Se trataba de uno de los submarinos viejos de la flota soviética, era
diesel, pero así y todo tenía misiles dentro, misiles nucleares. Así que
los estadounidenses se interesaron enseguida por el naufragio, también
con la esperanza de encontrar códigos, tecnología soviética, y demás
materiales e información que pudiese haber a bordo.
Como no podían enviar barcos de bandera estadounidense sin despertar las
sospechas soviéticas, la inteligencia naval llamó al millonario Howard
Hughes para que les construyese el equipo especializado y el barco
necesario para el proyecto de salvataje. Todo disfrazado como si se
tratase de una operación minera en el fondo oceánico.
Llevó seis años poner en marcha el Proyecto Jennifer. Pero el 20 de
junio de 1974, el Glomar Explorer localizó el naufragio en el fondo
marino a una profundidad de 5200 metros.
Hughes le había creado una grúa inmensa para el barco que tenía una
pinza más grande todavía, a la que apodaron Clementine. Una serie de
ataduras estabilizaban el inmenso mecanismo mientras duraban las
maniobras bajo el agua.
Así comenzó el salvataje, probado varias veces, y al final localizaron
con exactitud al submarino. Pero mientras las pinzas enormes de la grúa
estaban en posición, un error del operador en los controles hizo que la
pinza chocase contra el suelo marino. Igualmente lograron rodear el
submarino luego de muchos esfuerzos. Comenzaron a subirlo, y cuando
estaba a unos 1600 metros de la superficie, la pinza comenzó a funcionar
mal, aparentemente por el daño recibido cuando chocó contra el suelo
marino. El submarino entonces se desgarró en pedazos. La gente a bordo
del Glomar Explorer esperó con mucha tención a que la parte rota llegase
al fondo marino, esperando una detonación de las bombas atómicas.
Pero nada pasó más que el hecho de haber perdido una parte del submarino
soviético. Sólo recuperaron la parte delantera. Sin embargo allí
pudieron hacerse con los aparatos de comunicación soviéticos, algunos
misiles y varios libros de códigos. Así como los restos de seis
marineros soviéticos. Pero lo más deseado, las armas atómicas y las
llaves encriptadas soviéticas, permanecen allí abajo.
En 1975 reporteros del Los Angeles Times descubrieron la historia, y la
dieron a conocer al mundo entero, si bien ni el gobierno ni la CIA
reconoció que existiese el Proyecto Jennifer, ni que ellos tuviesen algo
que ver con el Glomar Explorer. Pero todo se confirmó finalmente en
1995, cuando los registros del Proyecto Jennifer fueron desclasificados.
El barco permaneció quince años en tierra, abandonado, pero en 1996 fue
reflotado y todavía funciona como minero, esta vez de verdad… o eso
creemos.
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