Localizan un fragmento de uno de los aviones estrellados en el 11-S
 
La Policía de Nueva York ha informado este viernes del hallazgo de un 
trozo metálico de 1,5 metros que, según los primeros indicios, 
corresponde al tren de aterrizaje de uno de los aviones que se estrelló 
el 11 de septiembre de 2011 contra las Torres Gemelas. La pieza, en la 
que figura un número de identificación de Boeing, ha sido localizada 
entre dos edificios del Bajo Manhattan, después de que unos aparejadores
 que inspeccionaban la zona alertasen el miércoles a las autoridades de 
que habían visto restos de lo que parecía maquinaria.
 
La Policía de Nueva York ha asegurado la zona "como si fuera la escena 
de un crimen". Los investigadores desplazados al lugar han establecido 
un perímetro de seguridad hasta que se completen todas los análisis.
 
Fuentes consultadas por la cadena NBC han apuntado que podría incluso 
analizarse el suelo en busca de posibles restos adicionales, aunque la 
colocación del fragmento complica su extracción y podría hacer falta una
 destrucción parcial de los edificios aledaños.
 
El hallazgo de esta pieza no es un hecho inédito, ya que parte de los 
restos del atentado quedaron esparcidos más allá de la propia Zona Cero,
 que quedó limpia en primavera de 2006. Desde el atentado, se han 
localizado multitud de restos, algunos humanos, en zonas tan dispares 
como un tejado o una alcantarilla.
La ciudad japonesa de Kawasaki,
 próxima a la capital nipona, se llena hoy de turistas curiosos, jóvenes
 desinhibidos, travestis, niños y hasta personas mayores para adorar a 
una única figura: el pene. Si además se añade el dato de que esta 
reunión es de carácter religioso, la particularidad de este evento es 
indudable. El Kanamara Matsuri, literalmente 'festival del falo de metal', es una celebración sintoísta -religión mayoritaria en el país- que se lleva a cabo el primer domingo de abril de cada año.
Esta especie de verbena tiene como fin orar por la fertilidad
 y, además, por el bienestar de la pareja o por la prosperidad del 
matrimonio. La peculiar tradición, que mezcla algo tan pagano como el 
sexo con la religión, se remonta al periodo Edo (1603–1867). En aquel 
tiempo, las prostitutas de Kawasaki se acercaban al santuario sintoísta de Wakamiya
 para pedir protección divina a la hora de realizar su trabajo o la 
curación de enfermedades de transmisión sexual. El templo, lleno de 
figuras genitales tanto masculinas como femeninas, tiene como 'reliquia'
 el falo de metal que da nombre al festival. 
La leyenda
 cuenta que un espíritu maligno se encaprichó de una joven y decidió que
 no la compartiría con nadie. Para ello se instaló entre las piernas de 
la mujer preparado para morder con sus afilados colmillos a cualquier 
miembro viril que osara poseer a la chica. Hasta dos jóvenes que se 
desposaron con la muchacha sufrieron la peor de las suertes en la noche 
de bodas. Ella encargó entonces a un herrero que le fabricara un falo de
 metal que, cuando fue mordido por el espíritu maligno, provocó que este
 se rompiera toda su dentadura y dejara en paz a la mujer para siempre.
Tres en procesión
Esta escultura es transportada durante el Kanamara Matsuri en un 'mikoshi'.
 Muy parecidos a los pasos de nuestra Semana Santa, son capillas 
transportadas mediante vigas de madera que reposan en los hombros de 
hombres o mujeres durante las celebraciones sintoístas. El 'mikoshi' que
 transporta el miembro viril del templo Wakamiya es portado solo por 
hombres debido a su peso. En la misma fiesta, dos capillas más 
procesionan acarreando también representaciones de los genitales 
masculinos: una que contiene un falo de madera y, el más popular, el de color rosa.
 Este último, que se incorporó al desfile hace unos años, fue donado por
 una asociación de travestis llamada 'Elisabeth' que tenía una gran 
amistad con un monje del santuario. Rosa y de grandes dimensiones, el 
'mikoshi Elisabeth' -como es conocido- es portado por hombres 
travestidos y algunas mujeres y siempre se encuentra rodeado de 
cánticos, gritos y risas.
Las figuras fálicas se presentan con tal naturalidad en la celebración que tanto niños como mayores participan en el evento. Miles de personas
 asisten a cada edición y los últimos años ha adquirido tanta 
popularidad que actualmente el colapso de público es notable. La 
comunidad LGTB japonesa se hace notar entre los visitantes, sobre todo 
por el protagonisto del falo 'Elisabeth' en las celebraciones y muchos 
turistas acuden llamados por la excentricidad de una celebración 
religiosa que tiene al pene como protagonista. Tan omnipresente está, 
que las calles están repletas de tenderetes donde se venden multitud de objetos
 que le hacen referencia. Las piruletas con forma fálica son las más 
populares, pero también se venden colgantes, camisetas, verduras 
moldeadas, velas y hasta amuletos sintoístas con la reconocible silueta.
 Todo lo recaudado se destina una buena causa: la investigación de la enfermedad del VIH.
En la cuestión de la fertilidad los genitales masculinos no
 pueden hacer nada por sí mismos, así que el pene, aunque es la gran 
estrella, no es la única representación sexual en el santuario de 
Wakamiya. Dentro del templo, fieles de todas las edades se aproximan a 
una gran vagina de bronce
 que tiene una zona dorada donde ha sido rozada con asiduidad. El culto 
consiste en comprar un pequeño falo de metal y arrodillarse ante la 
estatua que representa los genitales femeninos. El que quiera tener 
suerte con su fertilidad, con sus relaciones sexuales o con su 
matrimonio, solo tiene que rozar el pequeño miembro alrededor de la 
entrada de la vagina, eso sí, sin introducirlo dentro. Debe conservarlo 
como recuerdo de uno de los festivales más extraños, y a la vez más 
llenos de normalidad, del mundo.
 



 ), según reveló hoy la cadena CNN. La mujer ha sido identificada como Katherine Thurston, de 47 alos.
), según reveló hoy la cadena CNN. La mujer ha sido identificada como Katherine Thurston, de 47 alos.
