Un año de cárcel para los empresarios que ‘exhibían’ a una empleada en el escaparate
Pretendían que una administrativa abandonara a toda costa su puesto en 
la plantilla del taller-concesionario de vehículos que regentaban en el 
polígono de Toral de los Vados y lo lograron. Pero después de someter a 
la mujer a una presión psicológica brutal. Hasta el punto de llegar 
trasladar su mesa de trabajo al escaparate de la instalación, a la vista
 de todo el mundo y sin ninguna ocupación.
 
La situación de supuesto acoso laboral se desarrolló entre mediados del 
2008 y finales del 2009. Y concluyó con un proceso de incapacidad 
temporal de la víctima por trastornos sicológicos y siquiátricos, y con 
la presentación de una denuncia ante los juzgados de Ponferrada. Casi 
tres años después el Juzgado de lo Penal número 1 acaba de condenar a un
 año de cárcel a los dos socios de la firma, Eduardo R.P. y Hortensio 
R.A., por la comisión de un delito «contra la integridad moral» de las 
personas. Además, los dos condenados tendrán que indemnizar 
solidariamente a la ex trabajadora con más de 11600 euros por los 
daños y secuelas derivados de su enfermedad y del tratamiento al que fue
 sometida. El pago de la indemnización eludirá sin embargo el ingreso en
 prisión de los socios, puesto que es el primer delito que cometen y no 
han sido condenados con antelación.
 
La sentencia, fechada el pasado 2 de octubre, es firme y se dictó sin 
necesidad de la celebración del juicio. Los empresarios acabaron 
admitiendo las vejaciones reiteradas a la víctima. Por ello se alcanzó 
un acuerdo de culpabilidad después de que la acusación particular 
pidiera hasta dos años de cárcel para cada uno de los dos reos y el 
fiscal un año y siete meses.
 
Empleo para una hija
 
Las presiones de los condenados se iniciaron en septiembre del 2008, a 
la que pidieron que solicitara el «cese voluntario» en la empresa puesto
 que indemnizarla resultaría muy gravoso, dado que su antigüedad databa 
de agosto de 1990. El propósito es que su puesto de trabajo lo 
desempeñara la hija de uno de los industriales.
 
Ante la negativa de la víctima, ya en marzo del 2009, decidieron 
presionarla destinándola primero a un almacén en la planta superior de 
la nave que no reunía ni las condiciones indispensables para el 
desarrollo de su actividad laboral, ni siquiera una mesa, ni una silla. 
Aunque el recinto carecía de ventilación, sus jefes le obligaban además a
 mantener la puerta cerrada.
 
Al no ceder en su idea de mantenerse en su puesto, fue a partir de 
septiembre del 2009 cuando se intensificaron las vejaciones, las 
amenazas y todo tipo de presiones. El 20 de octubre de ese año se inició
 el proceso de incapacidad de la administrativa que queda probado en el 
fallo que sufrió «trastornos sicológicos y siquiátricos, consistentes en
 reacción al estrés grave, trastornos de adaptación y ansiedad».
 
 
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