Tropas del ejército ocupan la mayor fábrica de papel higiénico de Venezuela
Parece casi un cuento del neorrealismo mágico latinoamericano. Una
comisión de funcionarios oficiales, protegidos por un escuadrón con más
de dos docenas de uniformados bien armados, ocuparon la mayor fábrica de
papel higiénico de Venezuela. El argumento de la oficina con el nombre
orwelliano de Superintendencia de Costos y Precios Justos para la
operación militar es la de “garantizar el abastecimiento normal de los
rubros de primera necesidad para el pueblo”.
Jorge Arreaza, vicepresidente y yerno del fallecido mandatario Hugo Chávez, anunció en Twitter la
toma de la empresa privada Manufactura de Papel C.A. “para verificar el
proceso de producción, comercialización y distribución de papel
higiénico”, escribió.
En Venezuela no solo falta papel higiénico sino pañales, toallas
sanitarias femeninas y servilletas. La empresa intervenida cubre 40% de
la demanda nacional de esos productos. Se ordenó que mientras dure la intervención militar, la empresa deberá pagar las tres comidas diarias de los uniformados.
El gobierno de Nicolás Maduro ha hecho una serie de anuncios para
intentar resolver el desabastecimiento que atribuye a una serie
interminable de confusas conspiraciones. Hace unos pocos días el jefe de
Estado volvió a aludir a una maniobra de la oposición que estaría
preparando, dijo, “un colapso total” de la economía. Pero eso ya lo
estaría haciendo sin ayuda el propio gobierno.
Sucede que este rico país petrolero está acorralado por una crisis
económica. Con un déficit fiscal de dos dígitos y una emisión constante,
la inflación ronda el 45% anual, una de las más altas del mundo y la
mayor de Latinoamérica seguida por la de Argentina. El dólar, además,
se encuentra atrapado en un cepo que hace que la paridad del oficial y
el paralelo marque un abismo de 6,3 bolívares a más de 40. Esa
combinación de factores, sumado a la ausencia de inversiones, redujo la
capacidad de abastecimiento de mercaderías imprescindibles. Venezuela
importa la mayor parte de sus alimentos que, con el alza constante del
costo de vida, reducen permanentemente la capacidad de compra de los sectores de menores ingresos.
Ante
la escasez, los empresarios relatan en off que la distribución de los
alimentos y productos regulados pasan por varios controles y peajes y
gran parte acaba en el mercado negro. “Los venezolanos pagan lo que sea por los productos esenciales”, dice un industrial del rubro de papel. “El
problema es psicológico. Al venezolano le aterra quedarse sin papel
para el baño y no es porque come más ahora y caga más como ha dicho el
ministro de Alimentación Felix Osorio, sino porque no lo consigue en los
supermercados”.
El 9 de agosto pasado, un hombre de 41 años, José Gregorio Cortez,
intentó llevarse una botella de aceite y un pote de margarina después de
una cola de dos horas frente al estatal Abasto Bicentenario en Ciudad
Bolivar al sur de Venezuela. Pero al intentar tomar la botella, que el
dependiente lanzaba al aire, quedó atrapado en el tumulto y murió
asfixiado.
Durante los casi tres lustros que gobernó Chávez,
se hicieron una serie de nacionalizaciones que, según los analistas,
redujeron la capacidad de producción del país para suplir importaciones.
El principal proveedor de Venezuela de productos no vinculados con el
petróleo es Colombia que le vende desde útiles escolares hasta
maquinarias.
La multimillonaria balanza comercial entre los dos países, fue la razón
que llevo a la reconciliación entre los dos países, después de que
Chávez rompiera relaciones por un duro cruce con el anterior mandatario
colombiano Alvaro Uribe. Cuando asumió en Bogotá Juan Manuel Santos,
realizó un inmediato acuerdo para salvar una relación comercial por
encima de los 5.000 millones de dólares.
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