Se disparan los robos: desde productos hortofrutícolas hasta aperos de labranza
Un viejo dicho reza que 'al campo no se le pueden poner puertas', pero
quizás sea el único remedio que logre frenar la oleada de robos que
azota cada día a agricultores y ganaderos en la provincia malagueña.
Siempre han sufrido saqueos en sus cultivos, aunque del tradicional
'robagallina' se ha pasado a prácticas más delictivas de grupos
organizados.
Mientras florecen las cámaras, alarmas y vigilantes de seguridad, los
'cacos agrícolas' arrasan con todo a su paso y ya no acuden al campo a
robar unas hortalizas por necesidad. Ahora actúan en bandas, estudian la
zona donde van a perpetrar el golpe y las fechas de recolección.
Desde Asaja denuncian que se han incrementado los hurtos, que provocan
mayores pérdidas en los destrozos en instalaciones que con el valor de
lo sustraído. "Los asaltos se disparan en los meses de cosecha y se
llevan todo lo que pueda venderse en el mercado negro, desde alimentos y
sistemas de riego hasta grupos electrógenos, cableado de cobre y
gasolina", afirma el presidente de esta organización, Carlos Blázquez.
Los profesionales del campo están hastiados y desesperados después de
denunciar numerosos saqueos. El año pasado, durante la campaña de
aceituna, se registraron robos de hasta 10.000 kilos en una noche en la
comarca de Antequera. Este mes se inicia de nuevo la recolección de
aceitunas para aceite y temen un nuevo repunte.
Juan Soriano no sabe que medidas tomar después de haber sufrido tres
robos en 10 días. Unos 40 olivos de sus fincas en Fuente de Piedra y en
Mollina amanecieron "destrozados porque cogieron las aceitunas golpeando
con palos". Se llevaron 3.500 kilos de olivas. "Siempre me han robado,
pero nunca de manera tan continuada ni tal cantidad», matiza. Desde
entonces, realiza rondas nocturnas para vigilar sus 150 hectáreas aunque
«con algo de miedo porque no sé con quien me voy a encontrar", subraya.
Seguridad privada y patrullas nocturnas
Pagar entre uno y cuatro euros por hectárea, que es lo que cobran los
vigilantes, es lo que hacen algunos agricultores para atajar sus peores
plagas. Pero no todos pueden asumir ese esfuerzo económico extra y
apuestan por patrullar ellos mismos. En otras zonas sellan acuerdos con
asociaciones de caza para que los guardias de cotos también velen por la
seguridad de terrenos agrícolas cercanos, como ocurre con la
Cooperativa Olivarera La Purísima de Archidona. "Teníamos guardia
privado, pero no todos los socios quieren asumir ese gasto, por ello los
olivareros organizan sus propias patrullas", cuenta el gerente de esta
sociedad, Manuel Caro.
Los agricultores de su cooperativa tocan madera, la campaña de
recolección empieza en unos días y las olivas negras son un suculento
manjar para los cacos: "Estamos con la mosca detrás de la oreja y
asustados porque el precio de la aceituna ha subido y, por tanto, los
ladrones van a golpear", enfatiza. Con Archidona se cebaron la pasada
temporada con 80.000 kilos sustraídos.
Gasolina y maquinaria
Los grupos de asaltantes han encontrado en maquinaria y gasolina un
nuevo botín. A Salvador Vera, además de tuberías para regadío y bombas
de agua, le robaron más de 6.000 litros de gasolina en dos días. Ahora
llama al camión del combustible varias veces para adquirir menos
cantidad. "Cuando acaba la jornada laboral recorremos unos 20 kilómetros
con los tractores para llevarlos al pueblo porque no nos fiamos de
dejarlos en el campo", relata.
Aperos de labranza, transformadores, motores, baterías de tractores y
cableado de cobre que utilizan los pívots –fórmula de riego–. La mayoría
acaba en chatarrerías. "Maquinaria que puede costar 12.000 euros, lo
revenden por 200 euros", apunta Ignacio Luque, un agricultor de la zona
de Campillos al que le han sustraído más de 400 periquitos –bocas de
bronce de los aspersores–.
"Lo peor es que para desenroscarlos tienen que doblar tubos de dos
metros de altura, te destrozan el sistema y si tienes cultivo sembrado
te pueden retrasar o echar a perder la campaña entera", lamenta. En una
explotación vecina se llevaron casi 1.000 periquitos a mediados de
octubre, cuando su dueño aún no había estrenado la instalación tras una
fuerte inversión.
Desde Asaja consideran que la solución está en el mayor control de las
chatarrerías y los mercadillos. "En esos lugares es donde va a parar el
80% de la mercancía robada", asegura el presidente de Asaja. Blázquez
también incide en la necesidad de incrementar la presencia de guardias
civiles y policías locales en cruces de caminos rurales y en las
entradas y salidas de los pueblos.
'Me han robado más de 30 veces'
Si en Antequera el producto más saqueado es la aceituna, en la Axarquía
son los mangos y aguacates. A Fabrice Gilbert no le daba tiempo ir al
cuartel de la Guardia Civil para poner una denuncia cuando entraban otra
vez en sus fincas para robarle. "En los últimos tres años me han robado
más de 30 veces", asegura este agricultor de la zona de Valle Niza.
En la campaña de hace dos años sufrió el hurto de 70.000 kilos de
aguacate, lo que le llevó a vigilar él mismo junto a tres perros sus 100
hectáreas repartidas por Rincón de la Victoria y Vélez-Málaga. Su
torrente de denuncias ha surtido efecto "a medias", ya que todavía le
siguen asaltando. "No me roban cantidades tan grandes, pero en 2012 han
entrado unas 15 veces llevándose cajas de mango y aguacate de entre 50 y
100 kilos", puntualiza.
"Si esto pasa antes de que empiece la campaña, cuando comience me echaré
a temblar. Dormimos con un ojo cerrado y otro abierto pensando si esta
noche nos tocará", lamenta.
Este agricultor sigue confiando en la labor de la Guardia Civil y
también de la Policía Local de Vélez, que desde hace unos meses realizan
patrullas por las zonas donde los grupos organizados suelen cometer los
robos. Una actividad delictiva de la que también son víctimas los
ganaderos, que sobre todo se ven afectados por la pérdida de cabezas de
ganado como cerdos, chivos y borregos, muy cotizados para la campaña de
Navidad.
Desde Asaja reclaman que los delitos sean acumulativos y los castigos
más contundentes. "Los cacos sortean el código penal, saben que por
debajo de 400 euros el hurto es falta, no delito, y se reparten el botín
para no alcanzar esa cantidad", explica Carlos Blázquez.
Uno de los problemas con el que se encuentra la Benemérita es que sólo
se denuncian entre el 5 y el 10% de los robos en el campo, según las
organizaciones agrarias. En lo que va de 2012, la Guardia Civil, que
mantiene un Plan contra las sustracciones en explotaciones agrícolas y
ganaderas, ha contabilizado unos 450 hurtos y los autores suelen ser
españoles y rumanos jóvenes. "Existe miedo, desesperación e impotencia, y
muchos agricultores no denuncian porque creen que las demandas son
ineficaces", apostilla Blázquez.
La plaga del 'caco agrícola' se ceba con el campesino malagueño | Andalucía-Málaga | elmundo.es
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