La policía toma a un ciego como testigo de un registro en Vigo
Buscaba droga en un bar y también recurrió a una niña para que
testificara. «Solo veo manchas», dijo el vendedor de la ONCE que estuvo
en la inspección
La policía antinarcóticos tomó como únicos testigos a una niña de 14
años y a un ciego que vende cupones de la ONCE cuando hacía un registro
en busca de estupefacientes en una tasca de Vigo. El asunto fue
destapado por el abogado de un acusado en un juicio rápido que se
celebró ayer en el Juzgado de lo Penal número 3 de Vigo. El regente de
un bar se enfrenta a dos años de cárcel por atentado a un policía
antidrogas, al que dio un pisotón en un forcejeo para impedir el
registro, en el que no se halló nada ilegal.
Los hechos se remontan a la medianoche del pasado 30 de septiembre y
tuvieron lugar en una tasca de vinos del barrio de O Calvario. En el
juicio, los policías explicaron que acudieron al lugar por una
notificación de la comisaría, que a su vez había sido informada por una
llamada anónima de una vecina que decía que esa tasca era un punto negro
de venta de drogas y trapicheo. El encargado, Jaime A., novio de la
dueña, lo negó ayer y aseguró que allí solo van jubilados a beber tazas
de vino y a jugar la partida. Sospecha que la informante anónima es una
clienta dominicana a la que expulsó del bar por escándalo.
Cuando llegaron los agentes antidroga solo había dos clientes, un
jubilado y un hombre de mediana edad con gafas negras, así como el
acusado. Este último relató que irrumpieron dos hombres vestidos de
paisano y dos policías uniformados que le mostraron sus placas. Querían
registrar la barra, pero temía que las placas fuesen falsas y exigió que
le mostrasen la orden judicial. La versión de los agentes es que los
recibió con insultos como «payasos» y otras lindezas, que los dos
clientes dicen no haber oído. El abogado alega que es ilógico que
alguien reciba a la policía al grito de «fuera de aquí».
Para los agentes, el encargado estaba algo bebido y sostienen que, preso
de la furia, tiró mesas y sillas, por lo que fue complicado ponerle las
esposas. Los dos clientes del bar fueron cacheados y no llevaban droga.
Como el encargado se opuso a que un agente entrase a registrar la barra
fue esposado. En el forcejeo lanzó patadas al aire y pisoteó el pie de
un agente. Fue sentado en una silla y luego cuatro funcionarios lo
tumbaron en un coche patrulla. Lo acusan de intentar dar patadas a un
policía.
El acusado declaró en el juicio: «Estaba en mi derecho a no dejarlos
entrar». Su abogado sugiere que el hombre reaccionó enérgicamente ante
algo que no le parecía justo. Los policías replicaron: «No nos dejaba
hacer nuestro trabajo, decía que las placas las habíamos comprado en un
chino».
Solo ve manchas
Tras el arresto, los antinarcóticos fueron a buscar a la dueña del bar a
su casa para que fuese testigo del registro. El cliente de gafas negras
conocía el barrio y acompañó a un inspector a la vivienda, pero solo
estaba la hija, de 14 años. La adolescente, como representante de la
propietaria, y el cliente fueron los únicos testigos de cómo los
policías buscaban droga en el bar.
«Fue un chivatazo falso, no hallamos nada», relató al juez un agente.
Este niega saber que el cliente que lo acompañó fuese ciego, porque no
lo parecía. Pero para probarlo, el abogado le preguntó en el juicio al
testigo: «¿Usted me ve? ¿Soy un policía?». El hombre contestó: «Algo
veo, pero solo son manchas». Vende cupones de la ONCE.
Ya en comisaría, el encargado del bar se desplomó en el suelo. Aseguró
al juez que es diabético, sufrió un bajón de azúcar y se despertó en una
ambulancia. Los agentes indicaron que todo fue teatro, como les
confirmaron los sanitarios del 061. Añadió que está «casi inútil» del
brazo izquierdo, por lo que es imposible que lanzase puñetazos al aire.
Un
agente admitió que «cosas así no pasan todos los días», pero no ve nada
raro en registrar un bar con una niña de 14 años y un ciego como
testigos.
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