Levanta el pie si percibes un elemento grande al borde de una carretera suiza: probablemente se tratará de un radar instalado de forma socarrona por la policía para detectar los excesos de velocidad.
A la entrada de Ginebra, llegando de Lausana por la autopista, el automovilista percibe un imponente queso amarillento con los agujeros característicos del emmental. Más cerca, te das cuenta de que el queso está dotado con una antena y unos pequeños cristales igualmente característicos de la cabina de un radar, cuyo tamaño tiene la forma reglamentaria.Una decena de radares fijos fueron decorados por la policía según distintos temas helvéticos: vacas (manchas negras sobre fondo blanco), la marca Swatch, el cuchillo suizo... La idea es apostar por la disuasión sin atrapar a los automovilistas con radares disimulados. "No se pretende hacer caja", garantizó Daniel Oguey, responsable de prevención en la policía de Ginebra.
Al otro lado del país, en el cantón de Zurich, los policías tienen otro estilo: las carreteras del cantón más poblado están pobladas de falsas cabinas de radar. "La mayoría de las cajas están vacías: es justo para dar miedo", explica un responsable de la policía cantonal."
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