20140208

Sancionada por no controlar el movimiento de sus pechos

Usar los pechos para ganar en las cartas es el truco más viejo desde que las mujeres juegan.


Sancionada por no controlar el movimiento de sus pechos

Estamos acostumbrados a ver de todo en los mejores torneos de poker. Disfraces esperpénticos, apuestas rocambolescas, jugadores estridentes o mujeres despampanantes, pero lo que nos llega desde la antípodas sobrepasa todos los límites.

Durante estos días se celebra en Australia el Aussie Millions, uno de los torneos más prestigiosos del mundo y en el que se reparten premios como el 1.600.00$ que se llevó Mervin Chan en el año 2013.

Según ha declarado Randy Lew “Nanonoko” en una de sus entrevistas, una jugadora sentada justo a su lado, fue amonestada por la dirección del evento por encender su móvil accidentalmente con sus pechos. Sí, han oído bien.

Ana María Cosma, que es como se llama la jugadora implicada, se disponía a apostar cuando era su turno y, como suele ser habitual en las mesas de poker presencial, se echaba un poco hacia delante para dejar caer sus fichas en la mesa cuando, accidentalmente, tocaba la pantalla de su móvil con el pecho. Uno de los directores del torneo pasaba en ese momento por allí y alertó vehementemente a la jugadora de que el uso de dispositivos móviles durante la acción estaba penalizado y que quedaba penalizada con 5 minutos sin jugar por hacerlo.


Obviamente el cabreo de Ana María fue mayúsculo, pero lo mejor de todo fue una de sus frases en medio de la discusión: “yo no puedo controlar mi tetas”. Ya saben, cuidado si se topan con Ana María Cosma en las mesas, los mismo enciende el móvil que te saca un ojo, ella no puede controlar su pecho.

Una vez más, llega la polémica por las estrictas normas que los jugadores deben seguir dentro de la mesa. ¿Va esto en favor de un juego limpio y fluído o realmente son solo normas que ralentizan el desarrollo de los torneos y que poco tienen de beneficioso para los jugadores?

Así lo explicaba Randy Lew para “Bluff”, al que, como no podía ser de otra manera, le daba la risa:

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