Gestas como la que realizó Felix Baumgartner
el pasado 14 de octubre hacen que cada vez se ponga el listón más alto
sobre qué y cuál será la próxima proeza que realizará un ser humano,
convirtiéndose en un hito histórico.
La protagonista de nuestra entrada de hoy en Cuadernos de Historias es Annie Edson Taylor, una mujer que, con todas las agallas y valentía del mundo, fue la primera en navegar por los rápidos de las Cataratas del Niágara, metida nada más y nada menos que en un barril de madera que había mandado construir para tal ocasión.
Pero la gesta no se queda ahí, ya que hay que tener en cuenta la edad con la que contaba la heroína de esta historia, ya que realizó el viaje el mismo día que cumplía los 63 años.
Annie Edson Taylor había trabajado como maestra de escuela la mayor parte de su vida, ya que enviudó joven y quedó en una lamentable situación económica. La pensión que le quedó tras jubilarse no llegaba para cubrir las necesidades más básicas, por lo que pensó en una manera de hacerse famosa y poder ganar una buena fortuna.
Entre las docenas de ideas que se le ocurrió estaba la de navegar por los rápidos de las Cataratas del Niágara, algo que hasta aquel momento ninguna persona había realizado. Se desplazó hasta la Exposición Panamericana que se estaba celebrando en la ciudad de Búfalo (Estado de Nueva York) y allí buscó a un 'mecenas' que patrocinase su aventura.
Frank M. Russell, patrocinador de eventos locales fue la persona interesada en apoyar la que parecía una disparatada idea, pero que logró llevar a cabo tras conseguir los pertinentes permisos oficiales.
Para ponerlo en marcha se mando construir un barril en el que su interior iba totalmente acolchado para salvaguardar la integridad física de Annie y en la base se colocó un yunque de 45 kilos de peso, con el fin de que el barril fuese durante todo el trayecto por los rápidos del Niágara de forma vertical.
El 24 de octubre de 1901 fue la fecha escogida para poner en marcha la hazaña que, de salir bien, daría la fama y el dinero que Annie Edson Taylor deseaba tener y tanta falta le hacía.
El evento se promovió adecuadamente y muchos fueron los curiosos y periodistas de diversos medios que se acercaron hasta las Cataratas del Niágara para contemplar la proeza que iba a realizar Annie.
Annie Edson Taylor en el momento de ser soltada en las cataratas del Niágara
Se metió dentro del barril junto a su pequeño gato y se colocó la tapa. Pero, como os podréis imaginar, allí dentro no llevaban ningún complejo equipo de oxigeno, ya que el aire contenido dentro del barril fue introducido a través de una bomba de hinchar ruedas de bicicleta.
El barril fue transportado en una canoa que lo arrojó al agua a 1 kilómetro de distancia de donde comenzaría su recorrido y fue flotando hasta la famosa catarata Horseshoe, por la que cayó los 53 metros y realizó el recorrido por los rápidos.
Un viaje que duró 17 minutos y que tras finalizar el recorrido fue abierto el barril para comprobar que la intrépida viajera se encontraba en perfectas condiciones, haciéndose tan solo unos rasguños y un golpe en la cabeza por el que sangró un poco. Al valiente gatito que la acompañaba tampoco le ocurrió nada.
Las primeras semanas tras la proeza estuvieron llenas de entrevistas y actos en los que, Annie acompañada de Frank M. Russell, viajaron por diversos estados relatando la aventura y amasando una pequeña fortuna.
Annie Edson Taylor en un puesto ambulante donde explicaba su hazaña
Pero no debemos olvidar que esto ocurrió en 1901, una época en la que gran parte de la sociedad no veía con buenos ojos que una mujer se dedicase al mundo del espectáculo o que realizase actos como el protagonizado por Annie, lo que llevó que con el tiempo comenzase a ser olvidada por los medios, pasando de llenar grandes teatros explicando la gesta a pequeños tugurios o puestos ambulantes.
Pero ahí no queda la cosa, ya que su representante desapareció con todo el dinero y el poco dinero que le quedó se lo gastó en detectives intentando localizar al hombre que le había robado todas sus ganancias.
Con los años, Annie Edson Taylor fue quedando en el olvido y más en 1911, año en el que, el 25 de julio, el actor circense Robert Leach repitió la gesta de navegar por los rápidos del Niágara metido en un barril, tal y como realizó una década antes la protagonista de nuestra historia.
Y a pesar de que el viaje del Leach fue mucho más desafortunado que el de Annie Edson, debido a que tuvo que pasar seis meses ingresado en un hospital para recuperarse de todas las heridas que le ocasionaron los golpes, se hizo enormemente popular.
Los años siguientes en la vida de Annie estuvieron rodeados de pobreza y olvido, falleciendo en 1921, a los 82 años de edad.